La naturaleza del trabajo ha cambiado profundamente en la era de la información. Nuestras tareas ya no están tan definidas y ni siquiera sabemos cuándo están terminadas. Son menos estables y predecibles, y lo que es más importante, exigen más tiempo del que disponemos para realizarlas. Todo es nuevo más a menudo.
Estos cambios generan una situación de estrés creciente y generalizado entre nosotros. Con demasiada frecuencia sentimos que algo no va bien y que nos causará problemas, pero no sabemos ni de qué problema se trata, ni cuándo puede estallar y, menos aún, qué consecuencias puede tener.