Al eliminar el aire, se reduce la oxidación y se inhibe el crecimiento de bacterias y moho, lo que permite que los alimentos duren mucho más tiempo sin perder su frescura, sabor o valor nutricional.
Al sellar al vacío, los alimentos no están en contacto directo con el aire frío del congelador, lo que previene la formación de cristales de hielo en su superficie y conserva mejor su textura y sabor.